El programa Código 10 de Cuatro tiró más de hora y media de televisión a la basura para celebrar el otro día El gran debate de los terraplanistas, donde invitaron a un exfubolista y a su colega argentino para que se hagan más famosos y saquen más pasta con su circo ambulante, con forma de congreso, que va visitando distintas ciudades, donde cobran entrada para contar a ingenuos y gente sin criterio, a los que alistar políticamente en otras causas, que la Tierra es plana como la chapa de una botella de Coca-Cola y la Antártida es un muro de contención de hielo para que los océanos no se nos derramen por la Galaxia y se nos quejen de las goteras los vecinos de Marte. Ah y que el cambio climático no existe, que la Tierra está quietecita y es al Sol al que le toca rotar y lo del día y la noche, y el verano y el invierno en distintas partes de planeta siendo plano, es porque el sol no da para iluminarlo todo o así, que los astronautas son unos troleros y que hemos pasado por alto que si la Tierra fuera redonda los aviones no se llamarían aeroplanos sino aerocurvos o algo similar.
Del otro lado, un par de científicos intentando, con pruebas y argumentaciones, que los dos tipos razonaran algo más que un niño de 3 años. Por supuesto, no lo consiguieron porque a cada intento soltaban, orgullosos y sonrientes, una parida más grande, como cuando echaron una jarra de agua sobre un globo terráqueo, de esos que se usan en el cole, para demostrar, ejem, que el agua en lugar de quedarse envolviendo la dichosa bola cae al suelo. Solo les faltó subirse a una pared para mostrar que los seres humanos no pueden vivir en una esfera, salvo los del Polo Norte, porque nos caeríamos a Marte, que entre las goteras y nosotros cayendo tienen que estar contentos.
Los terraplanistas tiraron de populismo y paridas para dar espectáculo y para hacerse las víctimas, los oprimidos, por quienes imponen que la Tierra es una esfera, mientras el presentador del chiringuito, Nacho Abad, cometió el tristísimo error de poner al mismo nivel las paridas de estos provocadores que las pruebas científicas, hasta que, ya hartos del vacile, uno de esos científicos argumentó que lo de estos tipos es una falacia que ni ellos se creen y lo que buscan es dar la nota para ganar notoriedad y dinero.
Yo solo eché de menos que, ante la imposibilidad de hacer entender a los terraplanistas ningún argumento científico, y para acabar con el pitorreo que llevaban, dejaran a un lado un momento la ciencia para recurrir a la sabiduría popular, que también es muy divulgativa, y aludiendo a lo que nos enseñaron en el mítico Un, dos, tres... les dijera aquello de “La Tierra es redonda y se demuestra así” y lo que tocaba después, y a reírse de la peña a otro garito. Pero faltaron huevos.