Genocidio es una palabra que se queda corta para calificar las consecuencias de los indiscriminados ataques de Israel sobre territorio palestino. Lo que está sucediendo ante la pasividad internacional se describe con más crudeza con el término exterminio. Según la RAE el significado del verbo exterminar es “matar o eliminar por completo de un lugar un conjunto de seres vivos”.
Ese es el objetivo; ni treguas, ni territorios ni persecución de terroristas. Hay estimaciones que calculan que desde la declaración de independencia de Israel en 1948 han muerto alrededor de 134.000 palestinos, una tercera parte, aproximadamente, como consecuencia de la respuesta a los asesinatos de Hamás en octubre de 2023. Es difícil de entender por qué un pueblo como el judío, víctima de la solución final nazi que pretendía su aniquilamiento, repite (ahora como verdugo) ese episodio que sigue avergonzando a la Humanidad. Para ello, Israel ha reducido a escombros ciudades, obligando a la huida de la población para ponerse a salvo y llevándose por delante la vida de miles de niños que es la estrategia para comprometer su supervivencia en el futuro. Esta semana, y con total impunidad, los bombardeos del Ejército israelí han asesinado ya a más de 600 personas. Un exterminio en toda regla.