Cuando te golpea directamente –es decir, a Osasuna– te causa indignación, y cuando ves que lo sufren otros, algo parecido al fastidio, el asco o el hartazgo... Dice Imanol Alguacil que “el Real Madrid no necesita ayudas para ganar”, pero a la vista está que se equivoca, porque en la Copa lo tenía que haber eliminado el Celta y, si no, la propia Real. Y en la Champions, qué hallazgo lo del doble toque de Julián Álvarez.

Y en la Liga, un escándalo cada tres o cuatro jornadas. Hemos convertido en costumbre, en triste costumbre, que un equipo juega con otras reglas y que si un árbitro se salta el guion y osa expulsar a un madridista se va un mes a la nevera, porque “Fuck off” ahora se traduce “Buenas tardes”. Hemos convertido en costumbre que el Real Madrid gana, y es irrelevante que se lo merezca o no, porque esto no es deporte sino un espectáculo con final feliz, y la felicidad del sistema es que el protagonista gane y los comparsas se jodan y bailen.