Desconcertante la última sentencia sobre el caso Alves. Una auténtica locura. Jueces y juezas que no es que discrepen sobre el grado de una pena sino que unos dicen que fue culpable (la Audiencia impuso cuatro años y medio de prisión al ex futbolista Dani Alves por violación) y otros que no (TSJ de Catalunya lo absuelve). La fiscalía catalana ya ha anunciado que recurrirá la absolución ante el Supremo. Una salida que puede provocar una mayor desconfianza en la justicia por parte de otras víctimas. Así lo entiendo sin ser jurista. Porque lo que se denuncia es una penetración sin consentimiento por parte de la víctima que ya dejó claro al segurata de la discoteca que no la iban a creer y que lo que quería es irse a su casa... Pero no la dejó marchar.
Hasta cinco versiones debió de dar el acusado, Dani Alves (41 años), durante el juicio. No importa. Ahora no se ve creíble la versión de la joven, cuando dice que el futbolista le obligó a entrar en el baño. Porque las cámaras la ven bailando minutos antes. Y a juicio de los y las magistradas se observa “comodidad y complicidad”. Lo que no se juzga es lo que no se ve. No dicen es que la víctima sale descompuesta, llorando y en estado de ‘sock’, que el encargado de seguridad activa el protocolo de agresiones sexuales y le llevan a un hospital clínico donde hay un parte con herida en la rodilla. Lo objetivo es la entrada, lo subjetivo -parece- la salida del baño VIP. Más aún.
Cualquier mujer puede aproximarse, coquetear con alguien, besarse e intimar pero ello no significa que sea carta blanca para que la otra parte pueda cometer una agresión. Si el chaval no le gusta o se pone agresivo puede decir basta. Como se puede aceptar cava, entradas gratis a discotecas con zonas VIP y conocer a futbolistas, gente de pasta o personajes interesante. Todo es válido siempre que haya sexo consentido. Donde sea. Comparto en este sentido el análisis del magistrado Joaquim Bosch cuando viene a decir que al testimonio de una víctima de agresión sexual se le exige ser tal grado de perfección que es casi imposible de cumplir cuando se producen casos traumáticos como ocurre ante una violación. Una escena de la que una mujer sale con sus confusiones, sus recuerdos alterados, contradicciones, y muchas veces se siente culpable.
En todo caso no hay que darle más vueltas, Alves ha contado con una gran defensa. Doy por hecho de que tiene dinero para costearla. No importa que el testimonio del acusado sea o no cierto porque no hay pruebas suficientes para desvirtuar la presunción de inocencia. Pero en todo caso hay que hilar muy muy fino para determinar que no hay pruebas suficientes inculpatorias, ni el testimonio de ella, ni el material genético en la boca, ni la herida en la pierna, ni la grabación posterior. Nada de eso es determinante.