El proyecto de levantar un pabellón multiusos no fue bien recibido en Pamplona. Corría el año II de la primera gran crisis financiera de este siglo y apostar por un megaproyecto cuyo aforo rebasaba la demanda habitual tanto para eventos deportivos como culturales era algo desmedido. Por no hablar de los 60 millones de euros que costaría la obra. La ciudad estaba fuera del circuito de los mejores conciertos, que sí hacían parada en San Sebastián y Bilbao.

Aquí el espacio de más capacidad era el pabellón Anaitasuna, que también se quedaba pequeño en competiciones deportivas de alto rango; y, cuando estaba ocupado, la opción del pabellón de la UPNA no podía asumir al gentío que asistía a los partidos del laureado San Antonio de balonmano con sus rutilantes estrellas, o a las finales por el título de Liga de fútbol-sala del mejor Xota de la historia. Pese a ese desbordante interés, las 10.000 localidades del nuevo recinto se antojaban también excesivas. Las críticas cargaban contra ese castillo de arena, primo hermano de una ruina en ciernes: el circuito de Los Arcos.

Sin embargo, hoy, las entradas para los conciertos de Sabina, Fermin Muguruza y Myke Towers están agotadas. Aunque le costó arrancar, los gestores del Navarra Arena han conseguido atraer a grandes figuras internacionales, arrastrar a público de otras comunidades y recibir una notable respuesta en actuaciones de corte local. Además, las 3.000 localidades de su frontón le hacen atractivo para la celebración de finales.

Y ahora mismo, en la agenda de próximos eventos aparecen Bryan Adams, Nicky Jam, Scorpions, Leiva, La raíz… Ayer, en el balance anual realizado por NICDO (sociedad pública del Gobierno foral) se puso de manifiesto que durante 2024 los 90 actos organizados en el Navarra Arena atrajeron a más de 204.000 personas.

El gran pabellón, impulsado por un gobierno de UPN y rematado por el ejecutivo de coalición liderado por Geroa Bai, es hoy la piedra angular de ese entramado diseñado para el ocio y los negocios que integra también a Baluarte, Planetario y las pistas de esquí de Larra-Belagua, entre otras. Su repercusión en el tejido económico de la Comunidad es cuantiosa, a tenor de los datos desgranados por NICDO, balance en el que se echa en falta una valoración de los usuarios sobre los espectáculos y el acondicionamiento de la instalación para seguir mejorando. Porque las ciudades vecinas no se duermen.