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La megalomanía desbocada de Florentino Pérez

La megalomanía desbocada de Florentino PérezJavier Lizon

Los síntomas están ahí para quien quiera verlos: si no me dan el Balón de Oro, no voy a la gala; si no gano aún más dinero, me invento una Superliga; si en el desbarajuste del calendario me toca una vez jugar sin haber descansado 72 horas, amenazo con no presentarme la próxima; si un día me perjudican los árbitros, me olvido de que me han beneficiado los diez anteriores y monto un buen pollo; si los árbitros se enfadan con las coacciones de Real Madrid TV y no ponen otros, me enfado y no respiro... Florentino está tan acostumbrado a que le rían las gracias los políticos, los estamentos del fútbol y la cohorte mediática de Madrid, que ha desarrollado una intolerancia absoluta al contratiempo: si algo no le gusta se debe cambiar y machacar a los culpables. La megalomanía que parodiaba Lewis Carroll con esa Reina de Corazones y su famoso “¡Que le corten la cabeza!”. Las que puede liar quien se frustra así cuando no se sale con la suya.