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Recursos humanos

Maite Pérez Larumbe

La mujer de la villavesa

La mujer de la villavesaJavier Bergasa

En octubre comenzaron las movilizaciones para pedir que el acceso a la vivienda no fuera un obstáculo insalvable para el desarrollo de la vida tal como la entendemos. Para poner en contexto las demandas, se publicitaron precios de alquiler que hoy ya son superiores. Los precios que se pueden comprobar en cualquier portal de vivienda son inasumibles para una gran parte de trabajadores y trabajadoras, teniendo en cuenta que la mitad de este colectivo ingresa menos de 1600 euros al mes. Si, además, la búsqueda se realiza en solitario, lo que cada vez es más frecuente, pues ustedes pueden imaginarse o ustedes pueden constatarlo. Hay muchas personas que están entendiendo el mensaje: no hay sitio para ellas, para sus proyectos y expectativas. ¿Hasta entonces lo habían interpretado mal?

Esta cuestión, que llena periódicamente las calles y no todas las conversaciones, va por barrios, obviamente. Para ir de uno a otro me monté en la villavesa. La mujer que iba sentada detrás de mí hablaba por teléfono y le contaba a su interlocutora, resumo, que en un par de meses tendría que abandonar la casa en la que vivía hasta el momento, que no encontraba nada asequible con su sueldo de 1500 euros y que de ella dependía un menor. Hasta ahora no lo había contemplado, pero veía que tendría que buscar una habitación.

Consideré cuánto de lo que me parece imprescindible en el día a día, o casi, no cabría en una habitación compartida. La mujer de la villavesa tiene trabajo fijo, pero los bancos no le conceden un crédito. Todo esto lo sabemos, ¿verdad? Se expresaba con voz tranquila, podría decirse que suave, sin una palabra más alta que otra, mucho menos una expresión gruesa. Transmitía su incertidumbre y su estupor. Al bajarme, la miré brevemente para ponerle cara.