A Enrique Maya se le ocurrió en junio de 2022 izar una bandera gigante de Navarra en la plaza de los Fueros. Le pareció que aquello era un anhelo compartido por la sociedad pamplonesa y gastó 184.718 euros en su instalación. La bandera en cuestión, por mucho que sea la que representa a toda la ciudadanía de esta comunidad, es un mamotreto de 96 metros cuadrados sostenida en un mástil de más de 30 metros de altura que no sé si impone más que asusta o viceversa, amén de que despista a conductores y peatones que pasan por la transitada plaza. A mí personalmente me asusta. Me da miedo que aquello anclado en una zona ajardinada algún día pueda ceder por efecto de la lluvia, el viento o incluso por algún pequeño movimiento sísmico.

Ya he escrito alguna vez del absurdo de que en todas las dependencias municipales haya que colgar las banderas oficiales incluso cuando dichos edificios están tan próximos unos de los otros que las enseñas se entrecruzan afeando dichas sedes si, como es habitual, no se renuevan a medida que el tiempo las convierte en telas ajadas. De esto tampoco se libra la de la plaza de los Fueros, que acumula un gasto de decenas de miles de euros solo en reparaciones y revisión de los anclajes de seguridad del mástil, y que ahí sigue, pese a que Maya dejó de ser alcalde hace dos años. Al parecer su pica en la Vieja Iruña se va a mantener por los siglos de los siglos cueste lo que cueste para su mayor gloria. Incomprensible.