Le preguntan al doctor Ripoll –que algo sabe de esto– sobre las posibles consecuencias de una deficiente pretemporada en el fútbol, como la que han hecho los equipos europeos que llegaron lejos en el reciente Mundial de Clubes, y su respuesta es anunciar un aumento significativo de las lesiones... en la parte final de la temporada, allá por abril o mayo.

Que dicho así parece admitir la réplica de que los equipos tienen meses por delante para evitarlo, pero es que Ripoll conoce de sobra la vorágine in crescendo en la que se mete todo gran club a partir de ya mismo, en los múltiples frentes domésticos y europeos, y que no hay momento bueno para aflojar el ritmo.

Y hablamos de unos meses en los que el empeño de los futbolistas será ganarse sus pasaportes para el Mundial de junio y julio... El fútbol ya no es el deporte de la velocidad, sino una interminable competición de gran fondo, de pura supervivencia.