Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anuncia un paquete de medidas contra Israel, pero una vez más se olvida de añadir el veto cultural y deportivo que se aplicó en su día a Sudáfrica o a Rusia. Debe de ser que alguien en el gobierno de la UE ha fijado una cifra aceptable de niños palestinos asesinados por bombas o por hambre, y que mientras no se supere es una matanza tolerable. Y, por tanto, seguiremos viendo la Europa de dos velocidades ante el genocidio: la tibia de los políticos –con Alemania, y su conciencia sucia por el Holocausto, a la cabeza– y la cada vez más clamorosa de la gente normal, la que no atiende a razones geopolíticas sino a la repugnancia que le da lo que está ocurriendo. Pero lo que está pasando en la Vuelta es solo el principio, el banderazo de salida, y se equivocan los políticos si se creen que lo van a neutralizar exclusivamente con presencia policial.
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