Tellado no está tallado con finura. Su actitud política es tosca y altiva. Y ofensiva, en su doble acepción de ataque y de ofensa. Lo demostró en la inauguración del curso político del Partido Popular de Navarra. Carente de una mínima sensibilidad, utilizó la metáfora de “cavar la fosa” donde reposarán los restos del Gobierno de Sánchez. Cruel con la memoria de miles de navarros. Para atacar al vigente y legítimo Gobierno de España, ofendió a una parte de la sociedad. No fue un pronto verbal, sino la lectura de un texto meditado. Le interesó más la buscada convulsión política subsiguiente que el daño moral a familias damnificadas, muchas todavía con restos en paraderos desconocidos. Un tipo indecente. Un macarra. Como indecorosa fue la recepción acrítica de sus palabras por parte del presidente del PPN, Javier García, y de Amelia Salanueva, cesada en febrero como su secretaria general. García y Tellado tienen en común la corrección de sus respectivos currículos. Salanueva transitó de UPN al PP despechada por el recorte en sus aspiraciones internas. Una de varios Os Resentidos con el cuadro dirigente regionalista. No iba a contrariar a su secretario general cuando, sin escaño en el Senado (2023) y sin cargo orgánico territorial (febrero 2025), el presidente de la Cámara Alta la acogió como su directora jurídica. Sumisa silente. La docilidad, un valor. Tellado, nacido en la misma localidad que el caudillo dictador, se relacionó en su juventud con movimientos estudiantiles y sindicales próximos al BNG. Tras unos años en cargos de libre designación, debutó en posiciones institucionales y orgánicas cerca de los 40. Fue el promotor de la ruptura de Navarra Suma, una oportunista conveniencia electoral en 2019. Para afianzar las aspiraciones de UPN y dar visibilidad a PPN y Ciudadanos. El olfato de Tellado detectó que aquí “todo huele a podrido”, con la presidenta Chivite como “consentidora”. Con el hedor por corrupción del PP, anósmico.