No le han dado el Nobel de la Paz, pero está encantado de haberse conocido. Donald Trump convirtió en un show su intervención en la firma del acuerdo de paz en Gaza. La estrella era él, por encima de presos y rehenes liberados, de la buena gente palestina e israelí que quiere que paren las armas, de las decenas de miles de asesinados. El presidente de EEUU actúa ante el atril no como un mandatario cuyas decisiones afectan a todo el mundo, sino como el conductor de un late show que improvisa chistes y lanza ocurrencias a los espectadores.
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Trump, durante su intervención en el Parlamento de Israel, se toma a broma la protesta de dos diputados de izquierdas y zanjó el asunto elogiando la eficacia de los agentes de seguridad, arrancando risas y aplausos de la concurrencia. Más tarde, recibe y se fotografía con cada uno de los líderes mundiales que asisten al evento: parece una diva en un photocall y solo le faltó firmar autógrafos. Al tipo se le ve feliz, con una sonrisa de oreja a oreja que no pierde ni cuando saluda con simpatía a Pedro Sánchez: quizá no sepa quién es. No importa.
Tras el pasamanos, el nuevo emperador de Occidente, pasa revista a la tropa encorbatada. Cuando llega el turno, pregunta dónde está España, oteando en busca de la persona que la representa. ¿Llega el momento de la reprimenda por no contribuir con más dinero a los gastos de Defensa? Todo lo contrario; el pacificador pregunta cómo va lo del PIB y remata con un “estáis haciendo un magnífico trabajo”. Ya no recuerda que hace unos días sugirió que echaran a España de la OTAN.
Trump pregunta a Sánchez por el gasto en defensa: "¿Estáis ya trabajando con el tema del PIB?"
Como Truman (no el presidente de EEUU que ordenó el primer ataque nuclear sino el personaje que encarnó en el cine Jim Carrey), Trump vive una vida guionizada: ahora abronca a Zelenski y luego le abraza como si fuera su hermano mayor, encumbra y ejecuta a Elon Musk, lo mismo le lanza flores que amenaza a Putin, sube y baja aranceles según su estado de humor, o habla de paz y felicita a Israel porque “ha ganado todo lo que se puede lograr con la fuerza de las armas…”. Y así, cada día, un capítulo diferente, sabiendo que la audiencia es millonaria. Hay curiosidad por saber cuál sera el nuevo objetivo y el escenario elegido: Venezuela, Libia, Irán, Yemen… El Nobel puede esperar; y si no llega, pedirá la expulsión de Suecia de la ONU, la OTAN y la FIFA.