UPN lleva ya varios años enviando representantes al Nafarroa Oinez. El parlamentario foral Iñaki Iriarte estuvo en 2023 en el de Etxarri Aranatz y lo mismo hizo la también parlamentaria Isabel Olave el año pasado en Zangoza. No le debió resultar un trago tan amargo cuando la elizondarra repitió anteayer en Atarrabia, en el organizado por la ikastola Paz de Ziganda. No sé si es casualidad, es casi el mismo tiempo que lleva el PSN o, si se quiere, la parte socialista del Gobierno Foral, sin enviar representación alguna a la fiesta de las ikastolas de Navarra.
La presidenta María Chivite hace semanas que anunció que no iría el domingo a Villava y le han llovido palos por ello. Se entiende que no se sienta muy cómoda en un ambiente como el del Oinez, muy alejado sin duda de los particulares bagajes culturales de la socialista cirbonera, pero una política no se gana el sueldo quedándose en su zona de confort. Se puede esperar algo más de la máxima representación institucional de Navarra cuando la invitan expresamente a la mayor concentración festiva de esta Comunidad después de los Sanfermines que, por cierto, se celebraba en esta ocasión a poco más de 3 kilómetros de su casa. Es verdad, por otro lado, que su postura es coherente con la proverbial frialdad que, en general, muestran los socialistas navarros hacia el euskera y el mundo euskaldun. Parece que en el PSN hace tiempo que decidieron que no tienen nada que ganar ahí.
Curiosamente, es lo contrario de lo que debe de pensar ahora UPN. Aunque enviar un representante a la fiesta del euskera no resulte muy congruente con su política de todos los días, manifiestamente antieuskaldun, estima más conveniente para sus intereses retratarse en el Oinez que dejar su silla vacía. Ayer le costó el chorreo de Vox y de sus medios digitales. Quizás lo buscaba.