Hay un vídeo por ahí circulando en redes sociales que demuestra perfectamente que las personas si vivimos en burbujas –sociales, laborales, económicas– perdemos por completo el sentido de la realidad. El vídeo es de Cristina Pedroche lamentándose todo el rato de lo mucho que le agobia ir en el coche con su hija, de la paliza que supone criar –que lo supone, claro– y, en general, de lo estresada que está, al punto de que llega a clase de pádel y no da pico en bolo. A ver, sin entrar en exabruptos que no llevan a ninguna parte: baje a la tierra, por favor, señora.
Ella misma reconoce que sus padres les echan una mano a ella y a su marido –el famoso cocinero– y supongo que es de imaginar que dado su nivel económico contarán con ayuda externa contratada. Bueno, veamos, aquí cada cual se toma la maternidad y la paternidad como puede y no seré yo quien le afee que en su interior se sienta acochinada a ratos por mucha ayuda que tenga, ya que es cierto que ser madre y padre es una experiencia potentísima y los momentos de saturación y de stress son notables. ¡Pero, coño, guárdatelo para ti, no lo vayas contando o hazlo en el club de Polo o en la sauna con las millonarias como tú, joder! Ése es el gran problema de –no digo toda– pero sí parte de esta gente, que o no han tenido nunca o si la tenían la han perdido con los años y el nuevo status la perspectiva de qué es ser dos curritos –o uno o una, que hay muchos padres y madres solos– y tener que hacer malabares de toda clase y tipo y condición para que los hijos estén bien, para estar uno mismo bien, para que se críen felices a ser posible y sanos y para que vean padres lo más felices posible y todo el reto vital, económico y etc que supone ser una pieza básica en la vida de los hijos sus primeros años de vida. Vayan a escardar, por Dios. O a jugar a pádel, pero no nos cuenten sus penas, que nos da la flojera extrema.
src="https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/statics/js/indexacion_Trebe.js">