Una de nuestras cabalgadas europeas con el coche, los hijos y la tienda de campaña a cuestas nos llevó hace varios lustros hasta Suiza. Del país helvético nos impresionó la belleza de sus paisajes, el orden y la limpieza de sus ciudades y el montante de sus precios. Aprendimos enseguida a convertir mentalmente francos suizos en pesetas. Escandalizados y escaldados con lo que nos cobraban en todos lados, recalamos un día en una pequeña localidad de la Suiza central, donde entramos en algo parecido a lo que aquí era entonces un ultramarinos. Allíme sorprendí de la exigua cifra que figuraba en el cartelillo colocado junto a los huevos. “Mira, al fin algo más barato que en Pamplona”, le dije a mi mujer. Aldeano de mí. No tardé un minuto en darme cuenta del error.
En Suiza los huevos no se venden por docenas, sino por unidades, de forma que la cantidad que yo había pensado que correspondía a doce de ellos era en realidad lo que costaba un único huevo. Suelo hacer mis compras de tan proteínico manjar en el mercado del Ensanche, donde el pecio de una docena de huevos de tamaño XL ha pasado en poco más de un año de 2,60 a 4,00 euros, un 80% más. La vendedora me explicó que eran las turbulencias del mercado estadounidense lo que habían provocado esta estratosférica alza en el valor del producto. Puto Trump. El pasado viernes los informativos anunciaron que los confinamientos decretados por razón de la gripe aviar iban a tener como consecuencia subidas todavía mayores, que incluso podían provocar que en pocas semanas la docena de huevos llegase a costar 6 y hasta 8 euros a partir de ayer mismo. El sábado en vez de una fueron dos las hueveras llenas que me llevé a casa. Ayer no me tocaba mercado y no pude verificar si los funestos vaticinios se habían empezado a cumplir. Será mañana, o quizás pasado, cuando compruebe si los huevos siguen siendo de aquí o ya tratamos con huevos suizos. También aquí acabaremos comprándolos uno a uno.
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