Hoy es 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Habrá manifestaciones y concentraciones. Es posible que usted se sume a alguna, que hacerlo forme parte de su agenda. Si enciende la tele, podrá escuchar relaciones de datos, declaraciones de principios y discursos, información sobre los últimos casos conocidos. Y, claro, tendrá su opinión.
Otra opción es que, además, tenga curiosidad y se plantee preguntas. Ni retorcidas ni retóricas, no me refiero a esas, que son meramente defensivas y le dejan donde estaba, sino a las que se formulan para entender y aumentar la comprensión de las situaciones, esas que se responden leyendo, contrastando, escuchando a las personas que conocen porque están en contacto con las víctimas y supervivientes o porque estudian el fenómeno.
Una posición personal se construye con los ladrillos que van aportando las sucesivas respuestas. A más preguntas, más respuestas y más ladrillos. Por eso hay posiciones personales más fundamentadas, más complejas, más fieles a la realidad y, por lo tanto, más dignas de respeto que otras. La calidad constructiva se ve de lejos.
Otra alternativa es investigar en los círculos cercanos. La ley habla de violencias físicas, psicológicas, sexuales y económicas. Usted puede preguntar a las mujeres de su entorno si han vivido situaciones que tengan que ver con estas violencias. Qué complicado, qué arriesgado, ¿verdad? De estas cosas no se suele hablar y en los relatos familiares las violencias adquieren un tono sepia y se disfrazan de elecciones desacertadas, tiempos diferentes, malos hábitos, caracteres fuertes o demasiado débiles, según de quien se trate... De las ramas de los árboles genealógicos cuelgan las respuestas como frutas listas para ser recolectadas.
Hoy es un día de esos en que es posible preguntarse si queremos saber más o no y por qué.