Cuando el entonces presidente Felipe González tuvo la ocurrencia de instaurar las actuales 17 autonomías, poco podía imaginar lo cara que le saldría esta idea del café para todos, sirviéndole en aquellos años para restar importancia al País Vasco y Cataluña, y así las demás también podrían tener su pepazo en el reparto de la suculenta tarta económica del país, aunque fuese menor su aportación a las arcas del Estado.
Se han ido traspasando competencias, pero con el sabido despilfarro de su duplicidad, porque el Gobierno de Madrid no quiere perder el control que a día de hoy aún cree necesario, por no fiarse de la gestión autonómica y haber un preocupante déficit.
Cataluña tiene que reducir a 4.000 millones de euros los cerca de 8.000 de déficit que el anterior president, señor Montilla, del PSC, traspasó de su gestión, en más de 7 años de gobierno autonómico, al actual president, Artur Mas, de CIU.
Entre un presidente y otro hay una significativa diferencia, al ser uno del PSC y el otro de CIU, y como los socialistas han perdido su hegemonía en Cataluña, el PSOE lo ve con malos ojos y ha optado por difundir esta consigna que puede disimular su error en no querer quitar su controladora y antieconómica duplicidad de gestiones, pero ahora son carísimas y la situación actual de crisis galopante no lo permite, y antes de dar plena confianza a las periferias, Zapatero está amenazándolas con su abolición si no se ajustan a las directrices que ahora ya vienen de Bruselas. Sus últimas declaraciones manifestaron que puede intervenir si lo cree oportuno, aunque haya unos legales estatutos que a todas luces lo desaconsejan.
Actualmente, va a quedar muy feo que se quiera eliminar el sistema autonómico, y en cuanto a las comunidades históricas como son el País Vasco y Cataluña, la lucha por evitarlo va a ser feroz, hasta el punto de planteárseles una definitiva resolución independentista.