Cuando en pleno invierno arrecian las tormentas polares, los pingüinos se apelmazan unos contra otros formando una melé para mantener el calor y se van turnando en la franja de fuera para soportar durante un breve tiempo la ventisca. Esa estrategia supone una especie de implosión, la pérdida de la libertad individual de poder moverse a cambio de intentar sobrevivir. ¿Puede sobrevivir el PSOE con esa estrategia que actualmente sobrelleva? Supongo que sí, pero una cosa es sobrevivir y otra recuperar la confianza mayoritaria de los ciudadanos y la capacidad política perdida.

Sin gobiernos autonómicos, sin la mayoría de las alcaldías importantes, sin diputaciones, con los medios de comunicación mayoritariamente apoyando otras opciones políticas, va a ser imposible mostrar nuestras propuestas para volver a convencer, dificultad que se acrecienta si además es un canto programático a lo mismo. A la vez, sin una militancia activada y motivada que actúe como agente electoral para llegar a los ciudadanos, la recuperación del PSOE va a ser imposible. Para conseguir reconquistar el terreno perdido la estrategia socialista tiene que ser la opuesta, no implosionar sino eclosionar.

Hay que ilusionar a los militantes llamándolos a que se manifiesten con su voto en las primarias para elegir a los más capaces de liderar un nuevo proyecto socialista. No los podemos llamar solo para trabajar y pegar carteles, pues pensarán, con razón, que no son corresponsales de las decisiones y dejarán de ser los agentes electorales y de conexión con el tejido asociativo que el PSOE necesita.