Estos días pasados, la psicóloga Ana San Antonio ha impartido un taller para padres en nuestra ciudad sobre educación. Creo que es de justicia dedicar unas líneas para recordar las ayudas que Ana, cuando hace unos años dirigía el Teléfono de la Esperanza en Pamplona, nos prestó en la Secretaría Navarra de Voluntariado Social. Ella acudía siempre que le era posible a nuestras reuniones, actos y demás actividades que entonces programábamos, y continuamente nos proponía algún tema nuevo.
Ese entusiasmo por hacer, por proponer, es más elogiable en el caso de Ana, ya que ella, como bien dice, ha tenido una vida llena de contrariedades: la muerte de una hija, la desaparición de una empresa familiar, etcétera. En aquellos años, como hemos indicado, Ana nos ayudaba en la medida de sus posibilidades, en nuestros apoyos a Sare, Voluntariado Geriátrico Franciscano, Cruz Roja, Asvona, Villaba Solidaria, Inyasida, Banco de Alimentos, Dya, Hospital San Juan de Dios, Abogados Sin fronteras, etcétera (la relación es muy amplia).
Y en cuanto a la disposición de Ana, mencionaré un pasaje: en aquellos días debíamos realizar varios miembros de aquella Secretaría un viaje hasta Murcia con motivo de un encuentro de entidades de voluntariado. Una de las personas que debía viajar con nosotros era Ana. Llegó el día señalado, unas horas antes del viaje ella se sintió indispuesta: tenía alguna afección, creo que digestiva. Pues bien, ante nuestra insistencia para que no viajase, ella nos sonreía diciendo que no dijéramos tonterías. Nos acompañó, e incluso nos relevó al volante del automóvil en el trayecto. Horas más tarde, y en plena asamblea, ella tuvo que ausentarse de la sala: los dolores no le permitieron continuar allí.
Como ves, Ana, uno no puede olvidar fácilmente esos destellos de solidaridad, y es bueno que la sociedad los conozca. Ojalá la llegada de nuevos miembros con el mismo entusiasmo que el tuyo a las entidades de voluntariado continúe en forma permanente. Gracias por todo tu apoyo en aquellos años.