Hace falta ser caradura para sostener que la dureza del merengue francés le ha hecho daño. En el orgullo, sí; pero en la cara, no. Con lo endurecida y estirada que debe de tenerla Yolanda Barcina, presidenta del Gobierno de Nafarroa (UPSN), exalcadesa de Iruñea, exconsejera foral, a base de aguantar sonriente los sobresueldos, dietas, desatenciones a las personas más marginadas de la sociedad y hacer oídos sordos a la participación popular, no resulta creíble. El tartazo, en el mejor estilo del cine cómico, reivindica que la política se realice de otra manera y no puede ser considerado agresión, ni, en consecuencia, delito.

?el pastel? Sí que es una agresión en toda regla proponer, para los Presupuestos de 2012, recortes en sanidad, enseñanza, euskara, diversas ayudas sociales (ignorando el inmenso sufrimiento que produce en miles de personas), ayuntamientos y demás, mientras se dedica casi la mitad del dinero previsto al Tren de Alta Velocidad (TAV, antiecológico, elitista, despilfarrador). Pero es que ahí hay pastel: para las constructoras, los bancos, los partidos grandes y las élites dirigentes. Aunque esto, al parecer, no se considera delito. ¿Cómo pueden estar en vigor leyes que permiten encausar por un tartazo y no promueven el enjuiciamiento de quienes siguen enriqueciéndose mientras hay cada vez más gente pobre?

? y la guinda sería el inmediato desestimiento de las acusaciones contra los 3 pasteleros, amigos, de Mugitu. El juez Percaz tiene una buena ocasión de endulzarse un poco la vida mandándolos a casa, libres y sin acusaciones, tras escuchar sus evidentes razones. Y, de paso, tendría más tiempo para investigar los verdaderos delitos que asolan nuestra sociedad.