Un grupo de expertos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos acaba de reconocer en un artículo que ya ha llegado la hora de replantearse el actual enfoque convencional del cáncer. Para los que llevamos años solicitando tal replanteamiento, esta noticia nos anima, claro, grandemente. Bien está lo que está bien, aunque llegue con retraso.
Una de las cuestiones más importantes a revisar es la de los actuales programas de screening (cribado) -búsqueda temprana de tumores pequeños-, ya que en gran cantidad de ocasiones se descubren tumores indolentes o, lo que es lo mismo, corpúsculos que probablemente nunca se malignizarán, ni se extenderán y que, sin embargo, se extirpan o se tratan con radioterapia o quimioterapia. También hay que revisar el actual empleo de las mamografías, las colonoscopias, las pruebas de PSA (próstata), y las pruebas de detección del cáncer de tiroides y de los melanomas.
El grupo de expertos, en cuestión, ha afirmado sin tapujos que estas pruebas están dando lugar a muchos falsos positivos en los que en muchas ocasiones resulta peor el tratamiento que la enfermedad, puesto que ésta no podría denominarse como tal, ya que los nódulos tratados no representaban una amenaza inminente. Por tanto, mucha prudencia con el tratamiento de esos tumores, cuyo peligro potencial es en realidad clínicamente insignificante.
En todos estos años de participación en labores oncológicas, hemos conseguido erradicar no solo esos tumorcillos sino también otros, precursores del cáncer, tratándolos con medicaciones no quimioterápicas, con dietas y con otras actuaciones que formaban parte de protocolos, serena y concienzudamente, diseñados. Y son esos oncólogos con los que nuestra colaboración ha sido estrecha, los que ahora, con esta noticia de los expertos americanos, sonríen satisfechos y se alegran grandemente junto a nosotros. Solo resta que su propuesta salga adelante.