No he leído el polémico libro Cásate y sé sumisa. No sé si lo haré. Pero me parece que el principal problema radica en el provocativo y, muy desafortunado, título que lleva, así que me limitaré a comentar esto.
Muchos católicos se sienten de cierta forma obligados a defender el libro basándose en el hecho de que utiliza palabras de San Pablo. Los no creyentes tienden a estigmatizar, no solo el libro, sino a los católicos por estar de acuerdo con semejante barbaridad, y es que el problema es que estamos mezclando peras con manzanas.
Me explico. Hay realidades que son aplicables a creyentes y no creyentes; y el amor es una de ellas. San Pablo, más allá de ser un discípulo de Cristo, hace grandes aportaciones en este campo. Nos habla de entrega plena y mutua y define características esenciales del amor. El hecho de ser católico hace que fundamente su enseñanza en el ejemplo de Jesucristo, pero digamos que, en sí, no cambia la esencia de lo que es amor. Como no la cambia el hecho de que sus escritos daten de hace dos mil años; lo que cambia es el contexto en el que se interpretan. En aquella época, quizá la sumisión era lo habitual, pero a día de hoy está claro que no es algo bueno.
El amor es gratuito. Es verdad que cuando uno ama, espera y desea ser correspondido, pero el hecho de no serlo no nos impide amar. Cada uno decide libremente elegir a una persona con la que compartir el resto de su vida, aunque eso implique renunciar a todas las demás. Es como cuando elegimos un pack de vacaciones: habrá cosas que nos encanten y otras que nos parezcan un rollo, pero al final elegimos el que, en conjunto, más nos convence, porque lo bueno que tiene merece tanto la pena, que compensa lo malo. La cuestión es que, cuando uno toma una decisión, ha de procurar ser consecuente con ella hasta el final.
El amor bien entendido y bien vivido nos llevará a ser capaces de sacrificios inimaginables por la otra persona, a procurar su bien, su felicidad, aun a costa de nuestro esfuerzo, a saber que una sonrisa suya bien vale nuestro cansancio? y por eso, nos las ingeniaremos cada día para arrancarle una. Pero esto es fruto de un proceso interior que cada uno -hombre o mujer- ha de experimentar, no de una imposición externa. Cuando el amor no es libre deja de ser amor y se convierte en rutina. Por eso, cásate, ámalo y ¡sé libre!