Caixa Navarra, imaginemos
Imaginemos que yo soy cliente de la Caja de Ahorros de Navarra de toda la vida, después Can y Banca Cívica. Imaginemos que esta caja-banco ofrece la tarjeta joven y que, al ser joven, la pido y la uso. Imaginemos también que me hago autónomo al terminar mis estudios y que, por tanto, domicilio el pago de autónomo en mi cuenta. Imaginemos, además, que aún soy joven para muchos de los rangos de edad que usan los bancos y cajas. Imaginemos que esa Banca Cívica pasa a ser La Caixa. Imaginemos que desde aquel día se me cobra por mi dinero de plástico y aparece el término mantenimiento de cuentas. Imaginemos que me quejo y entonces parece ser que ya no me mantienen la cuenta. Imaginemos que La Caixa no ofrece la tarjeta joven, pero tras digerir a la que fuera Can sí la ofrece. Imaginemos que mi Caja Navarra, mi Can, mi Banca Cívica, la CANaixa, me ha cobrado durante más de un año una tarjeta que no debía cobrarme. Imaginemos que todo esto es real y me ha pasado. Imaginemos.
Ahora imaginemos que yo nunca he sido cliente de la Caja de Ahorros de Navarra y que por tanto no lo fui de Can ni de Banca Cívica. Imaginemos que tampoco lo fui ni lo soy de La Caixa. Imaginemos que soy un estudiante y trabajador de este maltrecho país que intenta sacarse las castañas del fuego. Imaginemos que debo realizar un ingreso en una cuenta de la CANaixa. Imaginemos que tengo muy poco tiempo, como buen trabajador, para ir de bancos a la mañana. Imaginemos que acudo a la sucursal de mi pueblo a realizar ese ingreso sobre las 13.00 horas. Imaginemos que me piden una comisión de 2 euros por no ser cliente y querer hacer un ingreso en ventanilla. Imaginemos que me indigna, pero aun así la acepto, tengo prisa. Imaginemos que, además, no me dejan hacer ese ingreso porque hay un horario para esas cosas. Imaginemos que el tipo que me atiende está solo en la sucursal y que casi, casi, podría estar jugando al buscaminas en su ordenador. Imaginemos que, tras hablar, debatir y discutir el tema, pido una hoja de reclamación. Imaginemos que el tipo que me atiende me pregunta que por qué y qué voy a hacer con ella. Imaginemos que pongo finalmente la reclamación y voy con ella a una asociación de consumidores porque esto no va a quedar así. Imaginemos que todo esto es real y no, no me ha pasado a mí, pero sí a una persona cercana a mí. Imaginemos.