El pasado 8 de septiembre, en el barrio de la Milagrosa, el concejal de barrio Valentín Alzina se reunió con el colectivo de afectados por las bajeras de jóvenes y bares latinos. Con nutrida asistencia de gente, el debate fue tenso y fuerte, pero desde el primer momento se apreció que la actitud del concejal era evasiva. Abundaron frases como “no me comprometo” , “no sé”, “falta un informe pericial”? Ni siquiera los dramáticos testimonios de un padre de dos niños pequeños que cualquier día va a enloquecer ya que sus hijos no pueden dormir por los ruidos de la bajera de jóvenes que tiene debajo de su casa y están todo el rato llorando y una señora mayor que vive amenazada por los clientes de unos bares que están situados debajo de su casa cambió la actitud del concejal. Preguntado por la propuesta de normativa sobre bajeras de ocio que tanto anunciaron en junio pasado contestó que para su aplicación falta un eterno informe pericial que nunca llega. Se evidenció la falta de voluntad y valor para asumir que las bajeras de ocio son bares encubiertos que deben ser regulados. El mismo camión de reparto de los bares profesionales descarga en las bajeras, que ya disponen de cámaras, música, maquinas expendedoras, maquinas de juegos y hasta futbolín. Se da el contrasentido de que un bar tiene que estar acondicionado, paga impuestos, se le exige un horario y una insonorización, mientras que a una bajera de ocio no se le exige nada y está funcionando 24 horas al día.

Lo único que conseguimos del concejal fue su compromiso de otra reunión para dentro de un mes donde evaluaremos la situación (incluida la creciente inseguridad del barrio) y la decisión de llevar a los tribunales al Ayuntamiento de Pamplona por no garantizar la seguridad de sus ciudadanos y por no garantizar el descanso como exige la Organización Mundial de la Salud.