El pasado 11 de septiembre tuvieron la presentación los alumnos de 1º de Bachillerato del Instituto Pedro de Ursúa de Mendillorri. Cuál ha sido mi sorpresa cuando, al llegar a casa, mi hija (que empezaba el curso mencionado), me ha dicho, entre sorprendida y enfadada, cuál ha sido la división de los alumnos en su curso.

Al parecer, este año, el curso de 1º de Bachillerato de castellano se ha dividido en dos clases diferentes, formadas cada una por alumnos de todos los itinerarios (Ciencias y Letras) mezclados. Es decir, en un aula podemos encontrar alumnos de todos los itinerarios, y que únicamente comparten cuatro asignaturas en común: Filosofía, Educación Física, Inglés y Lengua Castellana. Como consecuencia, solo realizan dos asignaturas en su propia aula, mientras que para las otras seis deben estar moviéndose por todo el centro (con mochilas, abrigos y material escolar), subiendo y bajando escaleras continuamente, para cambiar de aula.

De haber hecho lo que se lleva haciendo durante años, dividir las aulas según sus itinerarios (que ya se eligen al cursar 4º de ESO), los alumnos se ahorrarían esos paseos innecesarios que acaban siendo una pérdida de tiempo. Así mismo, otra de las consecuencias de esta mezcla de alumnos es que a ciertas horas la clase se tendrá que dividir en seis aulas diferentes para realizar sus asignaturas optativas. De nuevo, sin esta mezcla de alumnos, al compartir la mayor parte de las optativas, no tendrían la necesidad de dividirse, o al menos lo harían en dos aulas, no en seis. Por otra parte, dividir a los alumnos según sus estudios siempre simplifica el que puedan resolver dudas entre ellos. Así, un alumno que estudie ciencias podrá preguntarle al resto de sus compañeros de ciencias una duda, mientras que si la mayor parte de sus compañeros cursan letras y no comparten asignaturas, no podrán resolver esas dudas.

En definitiva, esta nueva división, que tan confundida y alterada nos trae a mi hija y a mí (y apuesto que a más padres, alumnos y algún profesor), creo que lo único que conseguirá será hacer perder tiempo de clase a nuestros hijos, además de cansarlos por el traslado de clases y dificultar la colaboración entre los alumnos con un mismo itinerario.

Dudo si esta organización pueda cambiarse antes de que se inicien las clases, pero en caso de que se produzcan quejas o dificultades, me plantearé cambiar a mi hija de instituto.