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Coherencia

con fecha 29 de diciembre de 2016 dirigí una carta a esta sección del periódico en la que, bajo el titular Clausura del año Basiano, concluía diciendo sentirme orgulloso de pertenecer a la comunidad de este gran pueblo por cómo se había comportado en su participación con todo lo realizado con motivo de ese evento, que será historia para siempre, para homenajear a este insigne murchantino que ya es hijo predilecto de nuestro pueblo.

Años atrás el M.I. Ayuntamiento de Murchante erigió un busto en memoria de nuestro hoy reconocido artista, colocándolo en un céntrico enclave para disfrute de vecinos y visitantes.

Con motivo de la celebración del recientemente clausurado año Basiano, y con muy buen criterio desde mi punto de vista, la corporación que hoy dirige los designios de nuestro municipio decidió trasladar el busto en recuerdo del pintor, colocándolo ante la casa de cultura, centro donde las expresiones de civismo, tolerancia, respeto y otros valores se pueden aprender y mostrar en su máxima expresión, enriqueciendo al máximo nivel la personalidad de todos los habitantes de nuestro pueblo.

Dicho esto comentaré que el pasado cuatro de marzo se celebró en Murchante la fiesta de los quintos, jóvenes de diecisiete o dieciocho años que, en la época en la que el servicio militar era obligatorio, salían a las calles a celebrar su día antes de la incorporación a filas. Nada que decir ante esta fiesta que, aparentemente, no tendría razón de ser una vez eliminado el citado servicio militar obligatorio y que tiene mi reconocimiento por lo que de tradición mantiene y aporta a la vida social del pueblo. Hasta aquí, todo correcto.

Sin embargo, hace unos años quedó instaurada como costumbre, en el día de los quintos, el acto de colocar un contenedor de basura encima del monumento de nuestro pintor Jesús Basiano, a la vez que se grafiteaba con pintura multitud de puntos en las calles de nuestra localidad, quedando permanentes las muestras de hechos que nunca debieran realizarse y que tampoco debieran permitirse. El hecho de haber trasladado el busto a la casa de cultura podría hacernos pensar que hechos como los relatados no se volverían a repetir y pasarían a la historia, pero ¡qué ilusos quienes así pensamos!

Quienes acudan a nuestra casa de cultura a visitar el promocionado museo de Basiano podrán decir, cuando vean el monumento erigido en su memoria, y con estupor, que ese es el monumento donde se coloca el contenedor de basura tapándolo por completo, y podrán comprobar las pintadas a su alrededor dejadas, como muestra de no sé qué tipo de diversión, y que permanecerán a su lado durante tiempos y tiempos. Estos felices logros pululan por las redes sociales para que vecinos y visitantes tengan, cuando menos, dudas sobre el sentido del civismo, la tolerancia y la cultura de quienes aquí vivimos y creemos no merecer.

A nivel particular quiero disculparme ante la memoria de Jesús Basiano, recientemente reconocido en nuestro pueblo y que en su día fue nombrado Hijo Predilecto, y ante su familia que nos ha visitado, recientemente, en numerosas ocasiones con motivos de los actos desarrollados en su memoria. Lo mismo hago ante todos aquellos murchantinos apesadumbrados por hechos como éstos que no deberían suceder y que, por desgracia, suceden.

El titular de este artículo, que me hubiera gustado no haber tenido que escribir pero que no puedo dejar de hacerlo, va en consonancia con el que escribí el pasado 29 de diciembre. Si en aquel momento me mostré orgulloso de ser murchantino, en este momento no puedo decir lo mismo y, tal y como lo siento, con profundo pesar, lo expreso.