Tras el trágico atentado de Londres miles de medios de comunicación de todo el mundo se preparan para difundir e informar a su público sobre las últimas noticias. Y aunque estar informado de lo que ocurre en nuestra sociedad es algo altamente necesario, las formas con las que se suelen tratar los altercados terroristas a menudo carecen de lógica y profesionalidad, llegando incluso a ser dañinas. Desde que se cometieron los asesinatos el 22 de marzo las noticias sobre la barbarie se centraron en indagar y mostrar imágenes de el asesino, junto con su biografía, dejando a las víctimas inocentes en un segundo plano. Esta mala costumbre produce indirectamente, y como efecto secundario, una cierta alabanza hacia el psicópata, el cual es premiado convirtiéndose en un famoso póstumo, hecho que alienta al resto de terroristas. En esta época de crisis, donde la verdad se esconde entre la corrupción y el populismo, los ciudadanos y lectores nos merecemos un periodismo de calidad, ético y alejado del sensacionalismo.