Al sol se le habían pegado las sábanas. El día bostezaba mientras se frotaba los ojos. Los árboles se estiraban. Las flores cantaban a coro el Ave María de Schubert. El viento había madrugado para tocar el violín. Los gigantes se aseaban mirándose en el estanque. Fue entonces cuando llegamos al balneario de Panticosa. Queríamos capturar al coloso Bacias (2.760) y, con determinación, emprendimos la ascensión hacia el este por la GR- ll. Pronto, los robellones, los boletus edulis y otros nos salieron al paso para jalearnos. Les dimos las gracias y, tras doblegar infinidad de elipses, avistamos a la ninfa Brazato en su ibón. Nos hicimos la típica foto que se suele hacer con ellas y proseguimos hacia el collado de su mismo nombre en donde conocimos a la hermana menor de ésta (muy bellas las dos por cierto). Desde allí oíamos los espantosos alaridos que Bacias profería para amedrentarnos, pero nada. Sin mirarle a la cara, trepamos a su lomo. Él se encabritaba, cabeceaba y daba pavorosos brincos, pero conseguimos subyugarlo sin apenas despeinarnos. Contentos por el éxito de nuestra empresa, lo fuimos a celebrar a La Casa de Piedra y, levantando al unísono nuestras jarras al cielo, brindamos por la vida. Tiempo: 5 h. Desnivel: 1.124. Distancia. 14 km. Dificultad: fácil.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
