Después de tan pavorosa matanza 36-39 y varias décadas posteriores y tanto terror desencadenado por el tristemente célebre general legionario fascista (“el sangriento enano del Pardo” lo apoda un gran escritor levantino) y sus secuaces (ver NO-DO), ¿por qué andan con tanto miramiento los que tienen que llevar a cabo lo que tengan que llevar a cabo?

En Europa están proscritas y sancionadas las exaltaciones, apologías y enaltecimientos fascistas, tanto mussolianas como hitlerianas. Entonces... ¿qué o quiénes impiden que en la Península Ibérica y sus pueblos lo sean -en proporción a las matanzas y el terror que desencadenaron- todos los que se exhiben en exaltaciones, apologías y enaltecimientos del fascismo franquista?

Y, en cuanto al lugar al que Caronte debe llevar lo que quede del ísimo, hace pocos días oí algo que le hubiera gustado mucho al filósofo que sugirió el sistema de la prueba de la reciprocidad: “Puesto que el sangriento con sus órdenes puso a tantos millares de hombres en las cunetas, en una de ellas debiera estar él”.

Y quien lo dijo no era un héroe formidable de aspecto decidido sino -¡vaya con el sexo débil!- una chica que, a juzgar por la expresión de esa idea, debe de ser toda una mujer.