Escucho en el Telediario que sólo el 65% de los hombres disponen de unos espermatozoides totalmente sanos, como para poder procrear sin problemas. Lo achacan a dos causas: el estrés y los pesticidas. Me sorprende que obvien el impacto de la radiación del teléfono móvil sobre los espermatozoides.

Probablemente se deba a los ingresos económicos tan grandes que estas tecnologías generan. Ya pasó con el tabaco, tuvieron que pasar 50 años para que se reconociera su efecto carcinógeno. Hay ya muchos estudios que han demostrado que la radiación de alta frecuencia que los teléfonos móviles irradian sobre los espermatozoides, disminuyen su movilidad y su concentración. Por poner un ejemplo, un equipo del Centro Médico Carmel y el Technion de Haifa en Israel, en el que participaron 106 hombres, revelaron que la calidad del semen se redujo a niveles que podrían causar infertilidad entre los varones que suelen llevar sus teléfonos a medio metro o a menos distancia de la ingle.

El estrés emocional quizá vaya en aumento en los últimos diez años, pero los pesticidas hace varias décadas que se utilizan. Yo diría que justamente en los últimos años es algo en lo que se está poniendo atención, y parece que los más dañinos se están prohibiendo: DDT, glifosato... Sin embargo, el auge de las nuevas tecnologías, con su consiguiente contaminación electromagnética: wifi, antenas, teléfonos móviles, sí que se ha producido en esta última década.

La radiación de alta frecuencia que esta tecnología emite es dañina para todos los órganos de nuestro cuerpo. Pero si un hombre lleva entre 8 y 12 horas su teléfono móvil cerca de sus testículos es normal que la afectación sea mayor. También hay estudios que demuestran que la recuperación de un cáncer se realiza mejor en ambientes libres de contaminación electromagnética.

Sería aconsejable que los hombres no llevasen el teléfono móvil tan pegado a su cuerpo. Sí que es un incordio para aquellos que no lleven bolso o mochila, pero su salud, y en concreto su fertilidad, se lo agradecerían. La distancia de unos 50 m, unida a la barrera de telas o metales que contenga el bolso, baja considerablemente la radiación que nosotros recibimos. Si sólo un hombre de los que lea esta carta aleja el móvil de su organismo, habrá merecido la pena escribirla.