Árbitro es la persona que en competiciones deportivas es la encargada de hacer cumplir las reglas del juego y procurar un ambiente de respeto entre los jugadores. Pues bien, el pasado sábado asistimos perplejos muchos de nosotros/as al partido de fútbol que enfrentaba al Berriozar y al San Jorge. Chavales de 13 años y un árbitro. Un árbitro que destacó sobre los jugadores, no solo por su equipación y la diferencia de edad, sino por el lamentable espectáculo que dio.

Un partido en el que se sacaron 15 tarjetas amarillas y cuatro rojas a un mismo equipo (una amarilla al otro equipo). Un partido en el que se anuló un gol que no era fuera de juego. En el que se estuvo interrumpiendo el juego cada una de las veces que el equipo visitante se hacía con el balón e iniciaba una jugada de ataque. En el que se expulsó al entrenador por decir “ole” en una de las decisiones arbitrales. Un partido en el que los chavales jugaron aturdidos por continuas pitadas, sin saber muy bien qué era lo que estaba pasando. Un partido en el que se generó una tensión innecesaria. Donde las decisiones arbitrales, totalmente injustificadas en varias de las ocasiones, produjeron malestar, rabia, sensación de injusticia y desánimo en los jugadores. Muy lejos de “procurar un ambiente de respeto”, que define a un árbitro. Y unos chavales que, a pesar de jugar con uno y posteriormente con dos jugadores menos y sin entrenador, fueron capaces de mantener el tipo y dar una lección de deportividad, de educación y de respeto. Una pena que una persona pueda desvirtuar de esta manera lo que debería ser única y exclusivamente un espacio de disfrute y de espectáculo. Que no volvamos a presenciar situaciones lamentables y vergonzosas como estas. ¡Aúpa San Jorge! Nuestra más sincera enhorabuena a los jugadores y entrenador. Los momentos difíciles sacan lo mejor de vosotros.