A pesar de ser pequeña de estatura Maite era una persona grande. Grandes eran su corazón y su mirada. Grande su sonrisa. Grande su placer al nadar en la piscina, al comer, al pasear. Grande era también su genio cuando invadías su espacio o cuando había algo que no quería hacer. Grande es el vacío que deja ahora entre nosotros.

Pero lo que de verdad es grande es el agradecimiento que queremos dar a todas las personas que han hecho que la vida de Maite fuera mejor. Que la han querido y han cuidado. Por eso, aunque estamos tristes por su partida, estamos contentos por el trato que ha recibido durante todos estos años en el centro San José.

Gracias a todos los trabajadores, monitores, voluntarios y compañeros que habéis compartido estos años con Maite. Gracias por vuestra labor, vuestro cariño y amor. Estamos seguros de que Maite, allá donde esté, estará sonriendo y dándoos las gracias a su manera.

¡Gracias!