el otro día me decía un amigo esta frase que esperaba que nadie me dijese jamás, refiriéndose a estos niñatos que han elegido los descendientes del franquismo para que los representen, a partir del cabreo que le produjo la visita de Casado al bar Koxka. Se refería naturalmente al ministro franquista fundador de Alianza Popular, embrión del Partido Popular.

Fraga fue un ministro franquista y, como tal, corresponsable de la dictadura franquista, antes y después de la muerte del dictador, que luego se adaptó más o menos al sistema democrático y, siendo ministro del Interior, soltó la famosa frase de “la calle es mía”. Un tipo de derechas que poco a poco fue aceptando algunos conceptos democráticos y los que estábamos a años luz de su ideología y su forma dictatorial de actuar, no podíamos menos que reconocer su capacidad de liderazgo, trabajo y gestión.

Éstos no. No entiendo cómo unos niñatos que en su vida han hecho nada de provecho en lo profesional, que han sido puestos donde están para defender determinados intereses económicos, de los que todos sabemos, pueden ser aceptados por los votantes de derecha para representarles, habiendo en esa derecha personas que todos conocemos, con experiencia y capacidad demostrada. Claro que ya no tienen el cuerpo como para salir en pelotas.

A estos críos (no lo digo por la edad, sino por las actitudes) y refiriéndome al caso de Altsasu, les aviso que todavía pueden seguir tocando los cataplines en ese pueblo, modelo de entereza y sentido común, que se cuida mucho de no caer en las provocaciones de estos acosadores de colegio, que seguro practicaban el bullying sabiéndose protegidos por su banda y que disfrutan ejerciendo la venganza, aún sabiendo que su justicia esta puteando a fondo a los implicados en la trifulca.

Pero no les basta con su justicia. Tienen que hacerse los héroes para afianzar el liderato en la banda y, como buenos cobardes, entran en un bar del pueblo, bien protegidos y arteramente ponen sus trampas, esperando que alguien caiga en ellas, para exhibirlo como trofeo de caza, en los diversos altavoces mediáticos.

Y como críos que son, siguen practicando el bullying, que se caracteriza por el acoso del abusón, protegido por su banda, que además se regocija con el sufrimiento del otro, no dándose nunca por satisfecho en sus deseos de venganza.

Por eso si queréis seguir abusando, todavía podéis:

-Pasar por la cárcel y quitarles el balón diciéndoles que es vuestro

Pincharles las bicicletas.

-Ir a la puerta de las celdas y cantarles aquello de chincha rechincha.

-Pasar por las huertas de los familiares, robarles la fruta, pisarles las lechugas.

-Llamarles puta, cuatro ojos, maricón, gordo y todas las lindezas de vocabulario de los críos acosadores.

Y con respecto a la última incursión de los acosadores en Altsasu, se me ocurre que Inda, Casado, y los cutos, son los únicos especímenes que son capaces de revolcarse en su propia mierda, solo que los cutos lo hacen por falta de glándulas sudoríparas y tienen justificación.