Dice mi madre que uno percibe siempre desde su posición. Por tanto, para enmarcar lo que sigue he de definir la mía. Soy progresista, pero de esos alejados del centro político y también psicólogo ambiental. Esta disciplina estudia entre muchas otras cosas el significado que adquieren los espacios, las reacciones emocionales que nos despiertan y las dinámicas sociales que se establecen en torno a ellos. Escribo también desde dos experiencias concretas. Asistí a la segunda sesión del juicio contra Carolina Martínez y Clemente Bernard por la colocación de cámaras en la cripta del Monumento a los Caídos. Salí con la sensación de que era uno de esos juicios que habían de ser retransmitidos por televisión. Posteriormente, visité con mi padre la exposición de propuestas para el futuro de dicha construcción en el Palacio del Condestable. De esta salí con una sensación bien distinta. Para acabar con la definición de mi posición, diré también que he sido -y soy ahora por breves temporadas- vecino del Segundo Ensanche. Es bien sabido que la arquitectura transmite mensajes. El mensaje que quiso transmitirse con la construcción del monumento que nos ocupa es bien claro. Además, decidió emitirse desde un punto privilegiado de la ciudad, coronando una de las avenidas más singulares de la misma y permitiendo que fuese escuchado desde diversos puntos del tejido urbano y la periferia. A juzgar por los testimonios de las víctimas del franquismo que refirió Clemente Bernard durante el juicio, escuchan este mensaje claro y distinto cada vez que ven el monumento. A mí, que no soy víctima del franquismo, también me llega aunque lo hace con otra longitud de onda y en otra frecuencia. Me genera una reacción que oscila entre la conmoción, el rechazo y la tristeza. Imagino que causará reacciones también en el resto de la ciudadanía, que dependerán precisamente de su posición específica. Dado lo anterior, me sorprende y me duele a partes iguales que 6 de las 7 propuestas que alcanzaron la fase final partan del mantenimiento de gran parte de la estructura del monumento, incluida la cúpula, su gran altavoz. Albergue este edificio una biblioteca, un museo o la propia sede del ayuntamiento ¡madre mía!, la cúpula seguirá emitiendo su mensaje y éste a su vez hará vibrar tímpanos con cadencias enfrentadas. No hay resignificación posible, ni proceso de diálogo, ni grupo focal ni campaña de rebranding que pueda sobreponerse al mensaje profundo, íntimo y último para el que fue construido el monumento ni evitar que el tímpano vibre ante él. Por favor, tiren el Monumento a los Caídos.