Durante una cena en Bruselas el exministro de Asuntos Exteriores de Bélgica Steven Vanackere comentó que durante una visita oficial a Estados Unidos definió a su país de “talla modesta”. Nunca utilizó el término pequeño, puesto que según él dicho término restaba relevancia al potencial de su país y, además, no fomentaba la tan necesaria autoestima. A modo de reflexión comentó que cada vez que retornaba a Bruselas después de alguna misión aterrizaba con la convicción de que Bélgica no tenía nada que envidiar a ninguno de los países que había visitado. El exprimer ministro de Letonia Vike-Freiberga comentaba que todos los países y regiones tienen al menos “una joya que pueden compartir con otros”. Y en Navarra tenemos muchas joyas.

La realidad subestatal, bajo el paraguas de la llamada política regional de la UE, esconde una realidad muy diversa. Existen unas 270 regiones en Europa, con competencias y realidades muy diversas entre ellas. Unas 200 de ellas, incluida Navarra, tienen una oficina o representación en Bruselas. La realidad de estas oficinas también es diversa. Baviera es propietaria del palacete que se encuentra a 50 metros del Parlamento Europeo, Escocia dispone de casi 30 expertos, pero también existen regiones con un único representante.

¿Por qué Bruselas? Según la Comisión Europea, el 80% del presupuesto de la UE lo implementan y ejecutan las regiones de la UE. La mayor parte de los programas o ayudas de la Comisión Europea van a exigir que los proyectos sean desarrollados conjuntamente por socios de diversas regiones. Debemos recordar que la política de cooperación regional tiene actualmente un presupuesto de unos 350 mil millones de euros, a los que podemos sumar los más de 90 mil millones de euros de programas como Erasmus, Life o H2020. Todo ello ha impulsado que en Bruselas se concentren cerca de 1.000 redes que tienen el objetivo de posicionar e informar mejor a sus socios de cara a posibles oportunidades. Conceptos que están transformando la política económica como la economía circular, Industria 4.0, envejecimiento activo, etcétera, se debaten en Bruselas en un hervidero de reuniones, info days, workshops o seminarios, a los que las regiones acudimos para intentar exponer nuestros logros, aprender de otros y tratar de informar y organizar nuestros actores en casa.

La expansión de la actividad exterior de los entes subestatales es algo que ha existido siempre, y que desde los años 80 del pasado siglo la doctrina ha denominado diplomacia paralela. Los gobiernos regionales organizan las muy necesarias misiones comerciales (Navarra ha organizado varias a EEUU, China, México, Bélgica o India durante esta legislatura), y también pueden hacer declaraciones o firmar acuerdos de cooperación (como los firmados por Navarra con la provincia de Gansú o el Estado de Nevada), desarrollar programas de asistencia, compartir conocimientos técnicos, observar y participar en comités técnicos o participar en otras redes formales o informales. Los principales campos de esta acción externa suelen ser el desarrollo económico e innovación, medio ambiente, cultura o migración.

La UE está fomentando y reforzando la cooperación interregional. El viejo continente representamos únicamente el 6% de la población mundial, y a pesar de disponer del mercado interior más relevante del mundo, seguimos duplicando y fragmentando inversiones públicas y privadas, porque nuestro enfoque sigue siendo demasiado local en este aspecto. Según la Comisión, la reducción de un 20% de los obstáculos de interacción transfronteriza conseguiría incrementar en un 2% el PIB de las regiones. Es por ello que la UE ha apoyado siempre la creación de acuerdos de cooperación trasfronteriza (como las 72 Agrupaciones de Cooperación Territorial que comprende nuestra Eurorregión con vascongadas y Aquitania) o la creación de macro-regiones. Durante el próximo Marco Financiero de la UE (2021-2027) este aspecto se verá reforzado.

En resumen, el mundo está ahí fuera y Navarra tiene la capacidad y la obligación de participar y contribuir al mismo. Disponemos de un potencial industrial, innovador, académico y social que nos permite codearnos con actores de primer nivel mundial, pero la necesaria autoestima no debe llevarnos a la autocomplacencia, y en lo que ataña al Gobierno seguiremos trabajando para profesionalizar la acción exterior de Navarra para conseguir que seamos el “asombro del mundo”, tal y como escribió Shakespeare hace ya 400 años.

El autor es delegado del Gobierno de Navarra en Bruselas y doctor en Derecho Europeo