tornados y ciclones provocan inundaciones históricas en Navarra y Galicia que rompen infraestructuras y arrasan todo lo que pillan; las olas de calor se suceden y marcan cada año nuevo récord; los polos se derriten, los desiertos avanzan y el mar y el aire se contaminan. Fallan las previsiones y los avisos con lo que se incrementan dramáticamente las pérdidas humanas y materiales. Ya lo decían los romanos: “errarum, humanun est”.

Hace un mes mil toneladas de plástico ardieron junto a la vecina refinería de San Roque en Cádiz. Menos mal que el fuego no se propagó a la refinería desde la que se ven los submarinos nucleares británicos fondeados en Gibraltar. ¡Uff qué suerte, de esta nos hemos librao!

En esta nuestra casa planetaria, los humanos llevamos 50 años sin lavar los platos y sin recoger la basura ¡aquí no hay quien viva! Nos estamos suicidando colectivamente. Dudo de que individualmente pensemos pero tengo por absolutamente cierto que en conjunto somos unos perfectos idiotas: negamos la mayor.

¡Atención! La cosa va en serio, no se trata de chifladuras de los cuatro modernos de turno. Si lo dejamos en manos de nuestros supuestos dirigentes -que no son más que guiñoles movidos por los 5.000 avariciosos que dominan el mundo- el fracaso está cantado y los nietos de nuestros nietos nos llamarán “los asesinos de la humanidad”.

Claro que muchos se dicen: ¡A mí que me importa lo que piensen los del futuro, el que venga detrás que arree, ya inventarán algo y si no ya emigraremos a otro planeta! Falacias, puras falacias. Es absoluta y técnicamente inviable que pocos o muchos podamos mudarnos de planeta, ni ahora ni en los próximos mil años. La carrera espacial no es otra cosa que nueva carrera de armamentos que promueven los más ricos en su permanente lucha por el poder y el dinero (con nuestros impuestos pagamos las obsoletas armas que Trump nos obliga a comprar).

La solución no es fácil, todos: “la señora María y el tendero de la esquina” hemos de cambiar nuestros hábitos y exigir el derecho a la vida para las generaciones siguientes. No sirven medidas cosméticas como las de las pajitas, es preciso volver al retorno de envases e implementar los biodegradables ¡ya! Así se resistan las multinacionales porque desciendan sus beneficios. ¿De qué sirve discutir acerca de cómo distribuir los beneficios si, a no tardar, solo habrá pérdidas?

Bueno... ¡Disfruten del verano cargando pilas para el tórrido otoño!