Una negociación no es un combate con ganador. Hay negociación cuando se considera imperativo llegar a un acuerdo, cuando cada parte está dispuesta a ceder y al final todos consideran que han obtenido el mejor resultado posible. Quisiera creer que la impresión de obcecación temeraria que producen los desencuentros entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es sólo eso, una impresión. Porque si no es eso, entonces están convencidos de la necesidad absoluta de un acuerdo, y no están dispuestos a transigir en puntos en principio innegociables. A estas alturas muchos de los que les hemos votado no estamos dispuestos a aceptar que se nos haya presentado como negociación un regateo.

Había demasiada esperanza tras las elecciones. Una nueva convocatoria sólo puede dar lugar a un “¿para qué?”, y siendo decirlo, tan lamentable como justificado.