Ayer me dijo el papá que este curso no estarás con nosotras, que te salió muy mal el examen y que por eso no podrás dar clases en el cole.

Me enfadé muchísimo. No entendía cómo, si tú, que nos ayudas tanto, que nos das abrazos cuando estamos tristes, que nos explicas las cosas que no entendemos de una y mil maneras, que nos ayudas a resolver nuestras diferencias tras enfadarnos en el recreo, si tú no puedes ser nuestra profesora, entonces, ¿quién podría? Pero el papá me contó que en el mundo de los mayores eso no importa, que las cosas funcionan de otra manera y que las normas, son las normas. Cuántas veces cambiamos las normas en clase cuando no funcionaban. Y qué bien nos fueron entonces las cosas.

Espero que todos a tu alrededor te abracen como yo te abrazaría, porque hoy, la que está triste eres tú. Espero que quien venga el próximo año sepa tanto como tú, que nos contabas historias de países lejanos, nos hablabas en sus lenguas y nos mostrabas el mundo desde tu mirada. Quiero creer que quien venga nos llenará la clase de materiales que utilizábamos cuando no sabíamos cómo hacer las cosas, y espero, mil y mil veces más, que sonrías sabiendo que nosotras siempre te recordaremos como nuestra maestra. Porque da igual el examen, porque como bien nos decías a nosotras un examen es un número, no dice qué somos o nos marca para siempre.

Le pregunté al papá si podíamos hacer algo, si tal vez, si nos preguntarán a nosotras, podríamos cambiar eso. El papá me volvió a responder que las normas son las normas, que no se pueden cambiar, y pienso que es una pena. Claro, somos niñas, ¿quién escucharía a unas niñas? Yo sé que trabajas muchísimo, sé que el cole te quería porque le dedicabas todo el tiempo del mundo, que te comprometías como la que más. Me cuesta tanto entender el mundo de los mayores?

Me despido deseando que te vaya bien. Quiero creer que dentro de poco volverás a trabajar con niñas que, como yo, agradecerán haberte tenido como maestra. Mientras tanto, piensa, llora si tienes que llorar, las lágrimas alivian el alma, pero ten muy claro que aprendimos mucho contigo. Gracias de corazón, a ti, que hoy necesitas escucharlo, y que nadie de quienes han decidido apartarte de nosotras te lo ha dicho.