Soy uno de los afectados por la riada del 8 de julio. Indescriptible la solidaridad de la gente. También hubo quien aprovechó el caos para el pillaje y así en la noche del día 12, me entraron en el domicilio para llevarse parte de lo recuperado. Llamé a Policía Foral y en 10 minutos se presentó el agente interesándose por la situación, si quería poner denuncia.

El domingo, día 14, ante el apremio del Ayuntamiento para presentar los daños de zona catastrófica, acudí a las 14 horas a la tienda de informática frente a la Policía Foral para realizar el listado de los desperfectos sufridos. Al no encontrar aparcamiento, lo hice en uno de los 8 que Policía Foral tiene asignados y como de costumbre estaban vacíos.

Cuando a las 14.45 horas, con el coche en marcha, nos disponíamos a irnos, sale a la carrera un agente para de inmediato solicitarme la documentación. Le explico mi situación de damnificado, el motivo de mi presencia allí y cómo nos atendió un compañero el día anterior. Quise mostrarle el trabajo realizado y él, en una actitud fría y autoritaria, me dijo: “A mí su situación personal no me interesa”. Ante semejante desmán, solamente acerté a decirle: “Por lo menos, podía usted tener un poco de humanidad”. La callada por respuesta y me entrega la denuncia.

A los días, hablo con el comisario. Buenas palabras y la llamada del día siguiente para confirmar que el agente se ratifica en su postura, pero que podía presentar una queja por el trato recibido. Así lo hago. El foral que me atiende, me comenta que es un buen chaval y que igual tenía un mal día, que en ese momento estaba de servicio y si tenía inconveniente en hablar con él. Mi respuesta: “Ninguno”. A los 10 minutos vuelve con esta consigna: “El agente dice que no tiene que darle ninguna explicación”.

Recibo una carta del señor Torcuato Muñoz Serrano, jefe de la Policía Foral, diciéndome que está obligado a inhibirse y que su agente afirma que se dirigió a mí de forma correcta y educada y desde el más absoluto respeto a mi persona.

Señor agente 690, usted me hirió de palabra con su falta de delicadeza, con su acción me demostró su poca empatía con los ciudadanos en una situación catastrófica y con su omisión al no querer hablar conmigo, al mediar su compañero, me confirmó su prepotencia.

Señor agente 690, en ese momento todo eran ayudas para los damnificados. A-15 gratuita, zona azul gratuita, el instituto abre sus aparcamientos, coches aparcados encima de las aceras con línea amarilla continua y ningún agente municipal henchido de legalidad puso denuncia alguna. En situaciones excepcionales el raciocinio, el sentido común y la humanidad están por encima de la ley.