Con esta frase se ha debido despabilar esta mañana la ministra española de algo. Se refería a la sacadura, de su mausoleo, del cadáver del gran asesino. O ella o yo estamos en el error (yo, además, en el horror). Porque -según yo- la victoria de los vencidos habría sido no tener que ser vencidos ni vencedores, por no haber tenido necesidad de defender la democracia en una guerra; pero el gran asesino y otros -muertos, pero tan asesinos como él- se levantaron contra la Constitución (¿eres constitucionalista, ministra?), la democracia (¿eres demócrata, ministra?), en definitiva, contra España (¿eres española, ministra?) y hubo que defenderla con las armas y la sangre; y mucha gente lo hizo por quienes ahora estamos aquí (¿estás aquí, ministra? Pues entonces, también por ti). La victoria de los vencidos habría sido vencer; pero no vencieron. Y perdimos. La victoria de los vencidos habría sido -una vez vencidos- ejecutar al gran asesino; pero no lo ejecutamos: murió en la cama. La victoria de los vencidos habría sido que la Cruzada Nacional-Sindicalista de los rebeldes y sedicionistas (los fascistas sí lo fueron, pero no ha habido juicios contra ellos) hubiera sido declarada por algún Parlamento democrático español , terrorismo; pero no ha habido ninguno -el último tampoco- que lo haya hecho. La victoria de los vencidos habría sido que nadie, nunca, lo vitoreara, lo aclamara, lo añorara... ni a él, ni a sus ideas; pero hay quien lo aclama, vitorea, añora? sin cometer delito alguno, al contrario, protegidos por la ley y la policía (porque eso no es terrorismo). La victoria de los vencidos habría sido -y aún sería- no tener que estar rebuscando en la tierra los cuerpos de sus familiares asesinados por el gran asesino; pero lo están haciendo sin tu apoyo, ni el de tu partido ni ahora ni nunca, desde que empezaron. La victoria de los vencidos habría sido no estar custodiando (33.800 cuerpos de republicanos desconocidos, abandonados, vejados en vida y en muerte) a su gran asesino en su mausoleo; pero están, y a esos no les habéis prometido sacarlos con honores militares, diplomáticos, políticos... para llevarlos a un sitio digno: no, esos se quedan en la cuneta, como tantos otros.

El gran asesino, hoy, desde el aire, se habrá carcajeado visualizando los campos de España sembrados -todavía hoy-, de los restos humanos de sus enemigos: los vencidos. Y eso es una victoria -otra más- del vencedor: el gran asesino. No, ministra, los vencidos, hoy, no han ganado nada. Hoy, el partido supuestamente heredero de los vencidos (tu partido), tras renunciar (hace años, ya) a la República, a la exhumación digna de los restos de los republicanos en las cunetas, a la recuperación -por ende- de la dignidad perdida de España, ha vuelto a dar una nueva victoria al gran asesino. Se estará carcajeando. Porque murió plácidamente en la cama. Porque nadie lo ejecutó. Y tú y tu partido lo habéis sacado de su mausoleo pidiéndole perdón.