Es 28 de diciembre. Sábado por la tarde. Salgo a pasear con mi hijo, una persona con discapacidad y autismo. La ciudad bulle de colores, luces, gentes, paquetes, charangas, dromedarias, pista de hielo, tobogán y feria. Llegamos a la plaza del Castillo y decidimos sentarnos a descansar y merendar en el Iruña. Intentamos en vano encontrar una mesa libre. Está lleno. Al fondo, un grupo de chicas y chicos con discapacidad y “otras capacidades” está merendando. Nos ven. Nos conocen de Anfas. Se levantan y separan una de sus mesas para dejarnos sitio: mesa y sillas. Ellos se apretujan en la otra mesa. Les doy las gracias. Mi corazón se estremece. Nadie es capaz de tener ese detalle. Solo ellos, los diferentes.

Si Navidad es creer que otro mundo es posible, ellos nos marcan el camino. Generosos. Solidarios.

¡Feliz Navidad! Eguberri on!