La clase política: Una gente que en su inmensa mayoría, solo se ha preocupado de su bienestar y del poder de sus partidos, de espaldas a la ciudadanía a lo largo de la mal llamada Transición, que se han ganado el título de políticos más corruptos de Europa. Incapaces de gestionar el país, como lo demuestra, sin apelación, la descomunal deuda pública que han creado, una de las mayores del mundo por habitante imposible de pagar. No sirve.

El Gobierno: Tenemos más del doble de políticos en nómina que Alemania, el país que nos sigue en la UE y que prácticamente nos duplica en número de habitantes. Tenemos dos ciudades y diecisiete gobiernos autonómicos, algunos de ellos con más infraestructura burocrática que verdaderos países europeos; más el Gobierno central y los políticos del Parlamento Europeo. Un gasto insoportable para los ciudadanos. No sirve.

Monarquía constitucional: Una broma semántica. El Rey reina, pero no gobierna, la definición ya es incoherente, como todo lo demás. No sirve.

Hacienda.- Unos funcionarios, que sin capacidad de inspección gubernamental a los grandes capitales, las multinacionales o las Sicav, se han dedicado a machacar a los trabajadores de rentas fijas y a la pequeña y mediana empresa. Pero como un país necesita muchos ingresos, nuestra hacienda pública se ha ocupado de recaudar, siempre de la manera más infame, a través de impuestos indirectos, cargados en los combustibles, la luz, el IVA y demás productos de obligado consumo común, de manera que acaban aportando lo mismo los millonarios que los pobres. No sirve.

La Educación: Debería ser sencillo; investigar en qué país funciona bien el sistema educativo y copiarlo. Pero aquí, cada gobierno quiere tener el suyo para manipularlo a su antojo. Vemos cómo los partidos políticos, las autonomías, los nacionalismos y la Iglesia, que no podía faltar, luchan por llevar a las aulas su adoctrinamiento político o religioso particular, tratando de venderlo como educación. No sirve.

La ciudadanía: La democracia es un sistema válido, solamente si contamos con políticos responsables, que no mientan no roben no prevariquen, si consentimos que no sea así, somos los ciudadanos los que no damos la talla. Hay que salir a la calle por algo más que el fútbol o el cáncer de mama. No sirve.