Para nosotros, descendientes directos de Antonio Aróstegui Goyeneche, fundador del primer colegio de los Salesianos en Pamplona, hoy es un día especial. Este nuevo colegio es la continuación y apuesta de futuro para este siglo de su gran labor educativa en Navarra. Labor que nuestro tío conoció a comienzos del siglo XX en Argentina, donde hizo gran fortuna. "Esto es lo que yo quiero para Pamplona", dicen que exclamó cuando conoció uno de sus centros.

Unos meses más tarde el Ayuntamiento de Pamplona cedía unos terrenos y don Antonio pagaba un colegio. Sabía lo que hacía, los Salesianos hicieron todo lo demás. Y con gran éxito. Durante las décadas siguientes, se erigió una de las columnas de la economía navarra. Profesionalizar y enseñar los oficios los dignificó y nutrió la industria de personas cualificadas.

Antonio Aróstegui Goyeneche nació en la Aezkoa. Un valle agreste, verde y frío, de difícil naturaleza. Cuna de Irati y de gentes duras, donde aún hoy se lucha por salir adelante. Él se fue. Emigró. Como tantos. E hizo fortuna. Como pocos. Pero no olvidó ni a su tierra ni a sus gentes. Volvió muchas veces. Ayudó a reconstruir Garralda tras el pavoroso incendio que la devoró el 6 de septiembre de 1898. Canalizó el agua, construyó la actual iglesia, el lavadero, el matadero, las escuelas? Y nos trajo a Pamplona a los Salesianos. No vio acabar la obra que pagó. Murió antes, en Madrid. Pero la acabó su hija Emilia. Fiel continuadora de la obra de su padre, ayudó en la compra de maquinaria y materiales necesarios para la labor salesiana durante los años posteriores.

Hoy, en otro siglo, inauguramos este colegio. El éxito es abrumador. Poco se parece la Navarra de antes a la de hoy. Casi todo es mejor, casi todo está más cerca, casi todo llega a casa. Todos estamos mágicamente conectados. Qué pena que la memoria no se herede de abuelos, a padres, a hijos? pues nuestra memoria histórica es corta. A la Aezkoa de mi abuelo la separaba una noche de diligencia de caballos de Pamplona. Hoy es una hora de coche con música, aire acondicionado y una mano por la ventanilla en días de buen tiempo.

Y sin embargo, la Aezkoa y nuestro Pirineo siguen demasiado lejos. Nuestros mayores viven solos, incluso mueren solos. Con ellos se desvanecen los pueblos que los vieron nacer, sus costumbres, su cultura, su comunión con el entorno. A pesar del éxito de tantos de los que partieron, de sus emigrantes, que buscaron lejos una vida mejor.

Todos los años sus hijos, nietos, biznietos? volvemos, pero de visita, de fin de semana, de veraneo. Los que se quedaron claman nuestra ayuda y nosotros se la debemos. Este colegio es un magnífico ejemplo del gran impacto que puede tener un donativo, una ayuda, un apoyo. No solo a quien lo necesita, sino a quien sabe hacer y a quien tiene la determinación.

Sigamos pues el ejemplo de quienes nos demuestran que no hay mayor obra que ayudar a los demás. A nuestras gentes, a nuestra naturaleza, a nuestra cultura. Que la continuación de esta gran obra y labor nos sirva a todos para crear ese bien que perdurará en el tiempo. En nombre de la familia Aróstegui