el consejero de Educación de Navarra, Car los Gimeno, proporcionó la legislatura pasada continuas muestras de euskarafobia. Parecía que ser miembro de un gobierno de coalición con Geroa Bai y Podemos atemperaría su instinto glotofóbico, pero el primer síntoma de que esto no acontecería se reveló en el capítulo educativo del acuerdo programático, que no habla del euskera en ningún momento, y únicamente hace mención de "promover centros escolares que integren diferentes modelos lingüísticos".

Así, observamos el anuncio de que la próxima escuela que se construya en Lezkairu, la primera de la era Gimeno, dispondrá de un programa de aprendizaje en alemán (PALE). Este programa excluye el aprendizaje de euskera, ya que las horas necesarias para implementar el modelo A son ocupadas por la enseñanza del inglés. Por otra parte, el programa PALE es un gran promotor de precariedad docente, pues en la escuela Víctor Pradera todas las plazas de la plantilla orgánica con perfil de alemán están sin cubrir. Con el devenir del curso escolar se ha agudizado la aversión hacia la lingua navarrorum, con la no autorización de la apertura de una línea de modelo D en Mendigorría. Toda la retórica gubernamental de protección e impulso de la escuela rural se viene abajo cuando se topa con el euskera, más si cabe cuando las familias desean para sus hijas e hijos una educación libre de PAI e inserta en la comunidad de aprendizaje, que tan acertadamente han desarrollado en la escuela del pueblo. Utilizar el mapa escolar como excusa legal para esta cacicada es igual de infame que el uso de la zonificación lingüística que realizaba UPN para conculcar este derecho de las familias.

Este curso 2019-20 se debería haber iniciado el desarrollo de las Enseñanzas Artísticas, Enseñanzas de Idiomas, Enseñanzas Deportivas y Enseñanzas de Adultos en euskera con el personal que ya trabaja en dichas especialidades y está habilitado para impartirlas, para ir ampliando progresivamente la oferta. Nada se ha puesto en marcha y no parece que haya intención de cumplir este punto del pacto educativo firmado con los sindicatos. Incluso se ha imposibilitado que Euskarabidea realizara una campaña en favor de la escolarización en euskera.

Tras un leve aumento durante la pasada legislatura de la formación en euskera de los Centros de Apoyo al Profesorado (CAP), el porcentaje para este curso es de tan solo un 9,6%. El profesorado que trabaja en euskera debe realizar frecuentemente un sobresfuerzo de adaptación de lo aprendido y/o de traducción de materiales para poder implementar esta formación en su práctica profesional.

A pesar de que el profesorado euskaldun constituye una parte muy considerable del personal del Departamento de Educación, el intentar comunicarse u obtener información en euskera en dicho departamento es una ardua tarea, muchas veces imposible, y que ha empeorado respecto a la última legislatura.

En estas circunstancias, de políticas activas euskarafóbicas y donde el 60% del alumnado altonavarro sufre la exclusión del aprendizaje de la lengua propia originaria de Navarra, es imposible que se pueda alcanzar ningún pacto social y político por la educación. Las fobias, al igual que la xenofobia o la LGTBIfobia, son incompatibles con políticas integradoras de progreso.

Los autores son miembros de Steilas Sindikatua