30 de diciembre de 2019. Como cada día, cogemos nuestro coche y nuestro maletín para empezar una nueva jornada de trabajo, pero, en el nuestro, ningún día es un día más. Algo hace que en medio del frío invierno, allí a donde nos dirigimos, salga una mañana soleada. Expertas en nuestro día a día pero inexpertas aún en orientación, seguimos los pasos de un GPS que decide guiar nuestro coche a un monte solo apto para expertos conductores. Embarradas, colapsadas y sin saber cómo salir de ahí, sentimos a 700 metros la cercanía de una nueva familia a la que acompañar en el final de la vida. Solamente fue necesaria una llamada, con voz tímida y cautelosa, que explicase lo que nos había ocurrido. Sin un atisbo de duda, y con un calor difícil de olvidar, llegaron para indicarnos la mejor forma de continuar por aquel escarpado terreno para llegar al corazón que nos esperaba a tan solo unos metros. Es por eso que, en medio de todo nuestro trabajo, quienes más nos dan son ellos, cada día, en cada casa, cada familia. Hoy queríamos agradeceros vuestra enorme generosidad, vuestra sonrisa en medio de un duro momento familiar y vuestra magnífica manera de cuidar. Por todo eso, familia, muchísimas gracias.