La pandemia del coronavirus se está llevando por delante a una de las generaciones españolas que más ha luchado, que más necesidades ha pasado, que más ha sufrido las consecuencias de la guerra, que pasó hambre, frío y penurias. Los de la cartilla del racionamiento. Muchos tuvieron que marchar a Alemania, Francia o Bélgica como exiliados laborales, algunos dejando a sus hijos en España, para conseguir con mucho esfuerzo y sacrificio ganar dinero para regresar y emprender una vida diferente en sus pueblos o establecerse en otras ciudades.Son los que crecieron en la dictadura y lideraron la transición, los que se han deslomado a trabajar para levantar este país, los que reivindicaron y consiguieron en los tajos más derechos y mejores condiciones de trabajo, aún a costa de despidos y cárcel. Los que hoy todavía siguen saliendo a las calles en defensa de sus pensiones y las de las próximas generaciones. Son los que más han ayudado en la última crisis de un sistema capitalista insaciable, dando cobertura a hijos y nietos para que pudieran seguir adelante, algunos acogiendo a la familia entera cuando estalló la burbuja inmobiliaria y se quedaron sin casa.Y ahora, cuando solo querían estar tranquilos, disfrutar de los nietos y estar con sus seres queridos, o simplemente terminar sus días sin molestar y sin sobresaltos, llega la pandemia y muchos se mueren, confinados en residencias de mayores o habitaciones de hospitales, solos, con miedo, asustados y sin aliento. Los que tanto han luchado por una sanidad publica ni siquiera tienen un respirador que les ayude. Y lo peor, sin el calor de la familia, ni una mano amiga para despedirse. Os pedimos perdón, porque nuestra respuesta no ha estado a la altura que merecíais después de haberlo dado todo, y os rendimos nuestro homenaje más solidario. Que la tierra, donde vayáis, sea amable con vosotros.