Nunca es fácil tomar la decisión de llevar a tu familiar a una residencia. Aunque se reconozca la necesidad de cuidados específicos y profesionales, la decisión es dura y la separación un duelo con todas sus fases, hasta que se llega a la última que es la confianza con las personas que ahí trabajan y se convierten en el punto de apoyo para seguir día a día y sobrellevar la decisión tomada.Ahora que estamos empezando a digerir estos últimos dos meses, me gustaría dar las gracias a todas las familias que tienen a un miembro en alguna residencia, y especialmente a los de la Clínica Padre Menni. Como trabajadora social he sido el eslabón entre el interior y ellos. La ventana por la que imaginaban qué estaba pasando dentro. Todavía hoy se me encoge el corazón cuando descolgué el teléfono más de 80 veces el día 19 de marzo para decir: "Buenos días, soy la trabajadora social, te llamo para informarte de que hemos detectado un caso positivo de covid-19€". Los segundos de silencio que seguían era como estar viendo el cuadro El Grito de Munch, pero con caras conocidas. Tras esos segundos: las dudas, los nervios, pero sobre todo la tensión porque al día siguiente quizá las noticias eran peores€ Difícil trasmitir tranquilidad, hacer entender que estábamos haciendo, cada minuto, todo lo que sabíamos y podíamos para domar a este caballo salvaje. Luchar con lo que estaban ellas oyendo sobre las residencias en general y enfrentarles a la realidad que nosotros teníamos no ha sido nada fácil.Las primeras semanas las llamadas eran muy intensas, muchas dudas, nervios, preguntas que muchas veces eran contestadas con respuestas que les parecían poco convincentes, pero hacíamos todo lo que estaba en nuestra mano y eso ellas lo sabían. Los agradecimientos a nuestro trabajo empezaron tan pronto como la enfermedad. Los ánimos por nuestra labor se repetían constantemente, y poco a poco establecimos un ambiente de confianza. Esa confianza sana y sosegada que hoy, aún sin haber terminado esta dura situación, permite entrar telefónicamente cada día en las casas para dar la información correspondiente a la realidad que vivimos dentro de la clínica.Por eso hoy quiero reconocerles a ellas, nuestras familias, las familias de los residentes: su paciencia, su escucha, su confianza en que (ojalá) pronto podamos vernos por el jardín de la clínica y sonreírnos, hablar de cómo ha pasado el día, si ha dormido o si hemos preparado el certificado pendiente... vernos, ése es el gran deseo de todos. Gracias familias de todos los residentes por vuestra paciencia y confianza.