l pasado miércoles, 20 de mayo, en el programa Sinfonía de la mañana de Radio Clásica, han sacado a plaza, por enésima vez, el caso de ¿Qué es una ópera? Y como hasta ahora no lo he visto considerado desde el punto de vista del significado del nombre que se da a ese género musical, me permito hacerlo por si acaso aportara algo.

Teniendo en cuenta que, en lengua latina, ópera es el plural de opus, esa palabra con la que se ha definido un gran género musical, significa obras y, efectivamente, esa obra, ópera, reúne en una sola varias obras, por lo que, a mi parecer, los miembros de la Camerata Fiorentina, le pusieron ese nombre, ópera, con la intención, supongo, de definir la obra por antonomasia, pues, en efecto, una ópera se compone de: un libreto que contiene un argumento, casi siempre en verso, así que ya tenemos, para empezar, la obra de un poeta.

Luego, un compositor (en muchos casos inmenso: Monteverdi, Haendel, Mozart...), a esos versos del libreto le escriben una partitura deslumbrante, en la que expresan una gran variedad de sentimientos humanos, sobre los que destaca (y todo lo impregna) el lirismo.

Después, una gran orquesta debe interpretar esas partitura, acompañando a un gran coro (en muchas ocasiones) y a un formidable reparto de cantantes solistas de todas las cuerdas de la voz humana, que son los personajes del argumento, junto con el coro (en los grandes concertantes, como en la antigua tragedia griega).

Y aún tenemos la arquitectura y pintura de las decoraciones.

Así que, recopilando, tenemos: libreto, partitura, orquesta, personajes (cantantes solistas) y coro. ¡Claro que se trata de una obra que puede definirse como obras!

Sin embargo, lo habitual, lo más traído y llevado, es considerar el género por el hecho de si tiene o no, partes habladas.

Si la obra se canta en su totalidad, es una ópera, pero si tiene partes habladas, ya no lo es porque, entonces, para a ser una zarzuela, opereta, musical o lo que en cada país se haya establecido para definirlo.

Ateniéndonos a la etimología, cualquiera de esas obras que tiene partes habladas posee un elemento más que las que son totalmente cantadas, con lo que, paradójicamente, serían más ópera que las óperas.

Según mi criterio, todas son teatro lírico, porque el lirismo desborda todos los demás sentimientos humanos: ambiciones, odios, tragedia...

En nuestro caso: la Península Ibérica y sus pueblos tenemos el infortunio añadido de que el nombre de nuestro teatro lírico, zarzuela, no define nada relacionado con el argumento, la música y el canto de cada una de esas obras, pues la denominación la toma del nombre del palacio, en él se dieron las primeras representaciones, ese edificio que aún existe con otro uso que entonces, sus alrededores estaban totalmente rodeados de pequeñas zarzas al que, por este motivo, llamaron Palacio de la Zarzuela, o sea, sitio o lugar de zarzas.

Recuerdo que, en las clases de Historia y estética de la música del profesor Sopeña, este maestro se limitó a decir que: “La ópera es buena y la zarzuela es mala”, refiriéndose a la calidad de la música.

Claro que, en otra ocasión, hablándonos de La flauta mágica, despachó esa inmensa obra diciéndonos que: “es una obra masónica, con eso está dicho todo” (?). (Según me explicaron después, este Sopeña era clérigo de alto copete).

Y, a propósito de La Flauta Mágica, tanto esta obra grandiosa como El Rapto del Serrallo -con el monumental sinfonismo de su obertura- como tiene partes habladas no son óperas (?).

En el programa del día al que me refiero -20 de mayo de 2020- se dijo que el compositor Arrieta (navarro, de Zubi-Larraun o Gares (Puente la Reina), a instancias del famoso tenor Tamberlick (quien, desde una calesa, cantó La Marsellesa por toda la carrera de San Jerónimo), tenor muy admirado por Gayarre, convirtió la zarzuela Marina en ópera, musicando las partes habladas, lo que solo sirve para el criterio de : “Ópera es la obra en la que todo se canta, pues las obras musicales que tienen partes habladas, son, ya, otra cosa”.

Lo que sí me parece que podemos decir, acertando, al referirnos o asistir a estas obras de teatro musical cantado, es que, lo que vemos y oímos -puesto que el lirismo las impregna totalmente- es teatro lírico.