Ahora que estamos en fase de contención de la pandemia es momento de pararse un momento a pensar en la situación de las trabajadoras sanitarias.Durante la pandemia el personal sanitario ha estado en primera línea a pesar de los riesgos, sin pensar en su situación personal, arriesgando su salud y, sobre todo, lo que más temían, la salud de su familia. No han pedido nada más que se les dejara trabajar en condiciones, y mal que bien se han ido consiguiendo EPIs, etcétera.Ahora se ha visto que los sanitarios han sido el 25% de los contagiados totales en edad laboral, sin levantar la voz, con niveles de eventualidad de más del 40% en general, y mayor todavía en servicios como el de urgencias. Trabajadoras que en los últimos años, por la crisis de 2008, han visto anulada la posibilidad de opositar ya que la ley de reposición de personal público de Rajoy impedía que salieran plazas de empleo público que no fueran de policías.Con interinidades de más de 15 años se encuentran ahora con un premio hueco, humillante, creado para darle brillo a una agonizante institución monárquica totalmente ausente durante la pandemia. Si quieren premiar a las sanitarias hagan justicia con ellas, regularicen su situación, consoliden las vacantes.Según la Constitución el empleo público se proveerá por mérito y capacidad, ambos sobradamente demostrados en ésta y anteriores ocasiones. Es el momento de edificar la sanidad pública sobre una base justa, con empleo de calidad y profesionales, como han demostrado una vez más, muy implicadas.Déjense de premios y honores medievales de instituciones que hace siglos que deberían de haber desaparecido.