n el marco de la crisis sanitaria a causa del coronavirus vemos cómo en todo el mundo, y específicamente en Estados Unidos, ha vuelto a estallar un constante problema de índole social: el racismo; especialmente ligado al abuso policial. En 2019 la Policía asesinó a 1.099 personas en el país americano, siendo el 24% de las víctimas personas negras y la mayoría desarmados.

El asesinato de George Floyd el pasado 25 de mayo por parte de un agente de policía aviva una vez más el problema racista y el abuso policial que la comunidad afro-americana vive en Estados Unidos. Durante el violento arresto, el agente asfixió de forma deliberada al detenido que, tras ocho minutos de presión sostenida en su cuello, murió en el lugar de los hechos tal y como afirma la autopsia. Tras este suceso, protestas y manifestaciones están sucediendo sin precedentes en el país, reclamando no solamente justicia para Floyd, sino la igualdad para todos. Tal está siendo la repercusión de estos hechos mediáticamente y a través de las redes, que la gente se está uniendo y está apoyando esta lucha alrededor del mundo. Miles de personas están protestando no solo en varias ciudades estadounidenses, sino también en ciudades como Ámsterdam y Auckland, bajo el lema de I can't breathe (no puedo respirar), las últimas palabras de la víctima antes de morir.

Situaciones como ésta nos ayudan a abrir los ojos ante las injusticias en nuestro entorno, pero no deberíamos esperar a que un hecho de tal magnitud suceda para denunciarlas. Estamos hablando del mismo racismo que deja morir personas en Europa y el que vivimos día a día en nuestra sociedad con los nuestros. Afortunadamente, hoy en día tenemos la oportunidad de conocer, relacionarnos y querer a personas de diferentes partes del mundo: africanos, asiáticos, latinos... Todos tan diferentes y tan iguales a la vez. La igualdad, esa palabra tan importante que debería ser clave para la humanidad. Entenderla nos llevará a pensar si es justo que se trate diferente a otra persona por el color de piel, si es justa la discriminación que sufren mis amigos y amigas por su nacionalidad o, simplemente, ¿por qué existe el racismo? Comprender esta palabra también nos llevará a actuar, a denunciar cualquier forma de racismo que percibamos en nuestro día a día. Porque callarnos solamente es una forma de complicidad que no beneficia a nadie más que al opresor. Si gozamos del privilegio de compartir y relacionarnos con personas de diferentes nacionalidades, razas, ideologías€ Es nuestro deber cuidarlas y luchar a la vez que ellas, porque si de verdad quieres a esas personas sentirás su lucha como tuya.

La desigualdad social es más violenta que cualquier protesta. Por lo tanto unamos nuestras voces en complicidad con los colectivos que están siendo menospreciados y denunciemos las injusticias. Porque lo que no es justo es que los actos de violencia policial concluyan con el 99% de los asesinos libres de cargos en Estados Unidos, y seguramente en muchos otros países. Por esta razón, interferir en la lucha por la igualdad, o simplemente nuestro silencio, nos convierte en cómplices de la discriminación; de tal modo que si no sumas, tampoco restes.